Los sociólogos estadounidenses afirman que las conclusiones de la Organización de Estados Americanos sobre el fraude electoral en Bolivia son profundamente erróneas y su raíz es la revolución de colores organizada por EE UU en todo el mundo durante la última época.
Los estadounidenses harán todo lo posible para que en las nuevas elecciones del 3 de mayo no gane el candidato del partido Movimiento al socialismo (MAS) Evo Morales, y gane alguien del partido de derecha opositor. Y en este contexto, es muy notable que los Estados Unidos hayan encontrado especialistas, como se llaman a sí mismos, en el campo de la determinación de la integridad electoral, que destruyeron completamente la leyenda oficial estadounidense de las elecciones en Bolivia.
El estudio confirmó que la organización de Estados Americanos (OEA), totalmente subordinada a Estados Unidos, había provocado un golpe de estado en Bolivia y que no había fraude electoral por parte de las autoridades y partidarios de Morales.
Sin embargo, sobre la base de este episodio, la misión de la OEA manifestó que los resultados de las elecciones en las que Morales ganó en la primera vuelta contradicen las proyecciones estadísticas de la misión. Vale la pena destacar que la OEA partió del hecho de que sus pronósticos (¡atención!) deben coincidir plenamente con el resultado real de la votación. La OEA argumentó que la detención en el conteo de votos y "grandes desviaciones en los datos presentados antes y después de la interrupción del sistema de conteo podrían indicar evidencia potencial de fraude".
Esta declaración de la OEA sonó como una señal condicional para la oposición y provocó disturbios callejeros masivos. La prensa local y occidental señaló entonces que la OEA, al difundir públicamente dichas evaluaciones, influye en el proceso electoral. Inmediatamente después, el Departamento de estado de Estados Unidos denunció "irregularidades" en las elecciones bolivianas y la Unión Europea dijo que "podría no reconocer" sus resultados. Posteriormente, la OEA anunció que asumiría el papel de auditor electoral y se dedicó de manera explícita a identificar las irregularidades que se hubieran producido. El escenario estadounidense para un cambio drástico en el modelo socioeconómico de Bolivia pasó de una fase oculta a una fase abierta. Tres semanas después, la OEA anunció su conclusión de que los resultados de las elecciones fueron supuestamente falsificados por las autoridades.
Hay razones para creer que las preferencias y los informes de los votantes pueden cambiar con el tiempo: por ejemplo, las personas que trabajan votan más tarde. Las áreas donde se concentran los votantes pobres pueden tener colas más largas y menos capacidad para contar e informar rápidamente los resultados de las votaciones. Estos factores bien podrían aplicarse en Bolivia, donde existe una gran brecha de infraestructura e ingresos entre las áreas urbanas y rurales". En otras palabras, la OEA llegó a la conclusión de que la falsificación se basaba únicamente en supuestos que se habían emitido por un hecho.
Los Medios de comunicación principalmente informan sobre el fraude como un hecho. Y muchos comentaristas justificaron el golpe como una respuesta al fraude electoral por parte del partido MAS. Sin embargo, como especialistas en la determinación de la integridad electoral, encontramos que las estadísticas no respaldan la afirmación de fraude en las elecciones de octubre en Bolivia".
Y clavando el último clavo en la posición oficial de Washington sobre Bolivia, investigaciones anteriores realizadas muestran que las diferencias económicas y raciales dificultan la verificación del registro de votantes en los Estados Unidos. Como resultado, existe la práctica de que los votos emitidos por los representantes del partido Demócrata (ya que los negros y los latinos votan por ellos) se realicen después del día de las elecciones.Y terminan con este juicio: "por Supuesto, el fraude electoral es un problema grave. Pero confiar en pruebas no probadas como evidencia de falsificación es una amenaza seria para cualquier democracia".
Incluso la administración de Trump, no se puede, sin embargo, afirmar que la persecución de la izquierda desatada en Bolivia no encuentra una aprobación cordial en Washington. La influencia de Marco Rubio en todo lo relacionado con América Latina, así como los cálculos, no siempre correctos, que Trump guió a lo largo de su campaña presidencial continúan alimentando las políticas agresivas de la administración estadounidense en esta región. Después de todo, la política boliviana, que revive la atmósfera de la guerra Fría, que representa un paso atrás en un pasado oscuro y antidemocrático, está muy en línea con el espíritu de la Doctrina Monroe y no contradice las opiniones de Trump sobre América Latina como el patio trasero de los Estados Unidos.
Karen Longarik, secretaria de relaciones exteriores del gobierno de Agnez, fue calurosamente recibida por el Secretario de estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo. Igualmente la recibió Luis Almagro, Secretario general de la OEA. Longarik destacó su papel crucial en la defensa de la democracia y el estado de derecho, y anunció oficialmente que Bolivia apoyará su candidatura durante la reelección del jefe de la Organización. La intervención de la OEA fue clave para comprometer las elecciones de octubre de 2019 y avivar las dudosas historias de fraude electoral, lo que contribuyó en gran medida al derrocamiento de Morales. Un poco más tarde, K. Longarik habló en una conferencia en el marco de la organización del diálogo Interamericano con un informe sobre la importancia de fortalecer la política exterior extraideológica. Ese mismo día se rompieron las relaciones diplomáticas con Cuba, pero no se hizo una sola pregunta incómoda a Longarik.
J. Agnez pasó de ser un cuidador con perspectivas poco claras a un candidato presidencial con un creciente apoyo internacional en poco tiempo. La principal carta de triunfo de su estrategia fue la política exterior agresiva y fanática. La situación regional e internacional de hoy es tal que dentro de su marco, el extremismo de extrema derecha no solo no conduce al aislamiento, sino que también se vuelve políticamente ventajoso, no es sorprendente que Jeanine Agnez se sienta tan segura.
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